El precio con el que se estrenó el primer drive-in-theater o autocinema fue US$0,25 por auto. Dicho estreno se llevó a cabo la noche del 6 de junio de 1933 y se realizó en un espacio ubicado en Camdem, Nueva Jersey. Pero, ¿cómo surgió la idea? Tras asistir a funciones de cine callejeras, el empresario Richard Hollingshead decidió crear un cine al que se pudiera ir en carro y, además, pudiera anunciar la gama de lubricantes de su compañía.
En 1933 obtuvo la patente de este nuevo invento. Además de las razones empresariales, Hollingshead se inspiró a crear este negocio debido a una situación personal: la obesidad de su madre, quien ya no podía ir a las salas de cine debido a su peso.
“Cada cual, en su propio palco” fue el eslogan de la compañía, a la que Hollingshead llamó Park-In Theaters, Inc. con otros tres inversionistas, quienes proyectaron como primera película la comedia británica Wives Beware (1932), que en Gran Bretaña se llamó Two White Arms, dirigida por Fred Niblo y protagonizada por Adolphe Menjou y Jane Baxter.
Unas 600 personas asistieron a esa primera función, un público que se mantuvo durante el periodo dorado de estos espacios debido a su asequibilidad. Incluso, como dato curioso, varios medios señalan que uno de cada cuatro estadounidenses de la generación de los 50 fue concebido en un autocine.
Uno de los retos más importantes de los autocines desde sus inicios fue el sonido. En su origen, este se podía escuchar por unos altavoces que se situaban a ambos lados de la pantalla.
Tiempo después se crearon unos altavoces que se colgaban de las puertas de los coches. Más recientemente, los autocines permiten que el sonido se sintonice a través de la frecuencia de la radio.