Información tomada de: Noticias Caracol
El virus de la guerra a sangre y fuego en el Cauca no para. Mientras Colombia está en aislamiento por el coronavirus COVID-19, el enfrentamiento entre tres columnas de las disidencias de las extintas FARC por el control del territorio cocalero continúa.
El horror de esta guerra está dejando comunidades entre el fuego cruzado y líderes sociales asesinados.
¿Por quiénes suenan las campanas en el Cauca en este tiempo de cuarentena?
Con un humilde cortejo fúnebre despidieron en Mercaderes, Cauca, al líder social de toda una vida Álvaro Narváez. Este hombre, reconocido por su carisma y nobleza campesina, fue asesinado con su familia.
A Álvaro lo silenciaron junto con su esposa, un hijo, y su nieta. A su hijo menor los milicianos lo dejaron herido, según el panfleto, para que cuente la historia.
“Seguiremos en nuestra lucha por los poblados. Tenemos vehículos chivas de Toribio, Suárez, Jambaló que bajan a Santander de Quilichao. Tienen tiempo para reflexionar y no ser victimas de nuestras milicias”, cita el documento firmado por el “Comando Urbano Central”.
Esta es una guerra despiadada irregular que enfrentan las milicias urbanas contra los tres bloques de las disidencias de las FARC, que conforman el nuevo Comando Coordinador de Occidente.
Todos están tras el botín de los cultivos y las rutas de la coca sobre el Cañón de Micay, la tercera región con más hectáreas de cultivo, después de Putumayo y Tumaco, y que, seguramente, tendrán su precio en alza en la temporada pos-COVID.
¿Qué sucede?
Analistas como Camilo González Posso, director de Indepaz, interpretan esta dinámica de guerra en el Cauca.Publicidad
“La gravísima situación en el Cauca muestra que están fallando las políticas del Estado y de las Fuerzas Armadas en respuesta a la violencia creciente. Eso no para, grupos que se disputan el territorio, grupos de narcotraficantes, que les llaman disidencias pero que realmente están dedicados a esos negocios, amenazan a líderes y siguen con sus actividades criminales. La Fuerza Pública no logra parar eso, hay golpes, pero de conjunto la situación sigue igual de grave”, cita el experto.
González agregó que “se necesita una nueva estrategia del Gobierno, una repuesta social, que funcione para el Cauca”.
“De manera urgente se requiere una misión humanitaria integrada por Naciones Unidas, la Comisión de Garantías de Seguridad y una Comisión del Senado de la Republica para ir al Cauca y proponer soluciones inmediatas”, dijo.
Las disidencias buscan unir su dominio en Putumayo y Guaviare para derrotar a Gentil Duarte y abrirse paso como el grupo narcoguerrillero más grande del país. Esto, sin importar cuántos líderes se lleven por delante.
“Diariamente, nuestras familias viven la zozobra de la guerra, porque cuando los líderes no son ubicados para ser asesinados, la cogen en contra de las familias para poder, de alguna u otra forma, callar, porque nosotros somos la voz del pueblo”, manifestó Víctor Daniel Beltrán, líder social amenazado.