El Gobierno Nacional decidirá a esta semana si alarga o no el aislamiento preventivo obligatorio, inicialmente previsto hasta el próximo 13 de abril.
La prioridad deberá seguir siendo, sin duda, proteger la vida y la salud de los colombianos buscando frenar el avance del covid-19mientras el sistema de salud se prepara para atender los eventuales picos del virus. Sin embargo, también tendrá que considerar el llamado de las empresas grandes y pequeñas que vieron como sus ingresos se desplomaron, así como el de muchos independientes e informales.
La cuarentena deberá durar el tiempo necesario para frenar el virus pero sin arruinar irreparablemente el tejido productivo del país y disparar el desempleo. No será una decisión simple.
Para controlar la epidemia y reducir el impacto en la economía y en el sistema de salud, el presidente Duque y otros expertos han comenzado a hablar de “aislamiento inteligente”.
Mientras para algunos la única manera de contener el virus es el aislamiento preventivo obligatorio total (así sea apagando la economía), para otros es cada vez más claro que el mundo y el país deberá avanzar hacia un proceso de adaptación al coronavirus. Por lo menos hasta que se descubra la vacuna, lo cual podría tardar desde meses hasta año y medio. Por esto, hay que buscar alternativas.
Esto aislamiento inteligente implicaría mantener las restricciones al adulto mayor y al sistema educativo, así como tomar normas de distanciamiento y adoptar otros protocolos en materia de salud para ir retomando algunas actividades o sectores, así como lo hicieron en Corea del Sur.
Obviamente, esto requeriría llegar a un nivel de pruebas y un sistema de monitoreo basado en la tecnología – para que sea verdaderamente “inteligente” – que hoy el país no tiene.
En su decisión el Gobierno debería explicar muy bien cuáles son las expectativas y los números básicos de su decisión. Por ejemplo, sería bueno conocer hasta donde se necesita ampliar la infraestructura del sistema. Esto es, cuántas Unidades de Cuidado Intensivo (UCI) se necesitan o cuántos respiradores más, para saber si estamos muy lejos o no de la meta. Cuantas pruebas se diagnosticó se llevaran a cabo diariamente y cómo se monitoreara el verdadero cumplimiento de las medidas de aislamiento selectivo.
Es claro que las actuales medidas de aislamiento en el país llevan muy poco (así a muchos les haya parecido ya una eternidad) y que la decisión dependerá en primera medida del comportamiento de la curva epidemiológica del coronavirus. Lo barato a corto plazo puede terminar siendo costoso hacia futuro.
No obstante, un alargamiento de la cuarentena implicará tomar medidas económicas adicionales mucho más agresivas a las que ya se tomaron. Si se quiere alargar las medidas de aislamiento se requerirán no solo los giros adicionales para las clases más vulnerables sino verdaderas medidas de alivio para toda la población y los empresarios. Estos ya han esbozado algunas como la postergación de impuestos, el congelamiento de la deuda o regular el tema de los arriendos comerciales. Si se posterga la cuartentena también habrá que anunciar las medidas “inteligentes” para proteger a los empleadores.
Como afirma el presidente Duque el virus no se va a ir después de la cuarentena y el ritmo del país no será igual al que la gente tenía antes de iniciar el aislamiento. Por esto, habrá que planear desde ya un inteligente plan de reactivación. Sin duda, para afrontar esta inédita crisis, se requerirá mucha inteligencia y paciencia por parte no solo del Gobierno sino de los empresarios y todos los colombianos. Medidas de ese tipo por sectores o actividades requeririan un mayor compromiso por parte de la población, lo cual ha tenido grandes lunares, o sanciones mucho más efectivas e inteligentes.
¿Cuarentenas graduales?
Un estudio del ingeniero electrónico Jairo Espinosa, profesor de la Facultad de Minas en la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), quien desarrolló modelos matemáticos epidemiológicos, económicos y de transporte que predicen el número de contagios en una zona determinada y los impactos en la economía por cuenta de la epidemia y las cuarentenas, propone un modelo alternativo con entradas y regresos graduales, diferente del modelo “todo o nada” aplicado en esta primera cuarentena, en la que se aísla o se permite todo contacto, de manera súbita y sin tiempo de preparación para el proceso.
“El regreso gradual poscuarentena es el mecanismo inteligente que debemos manejar como sociedad y es menos costoso en términos tanto de impacto a la economía como epidemiológicos, en la reducción de muertos e infectados”, asegura el académico.
Una cuarentena gradual permite planificar las acciones y aplicar estrategias de control y mitigación más efectivas. Por ejemplo, se pueden definir qué lugares y poblaciones se someten a periodos más largos o más cortos de cuarentena; se puede programar un retorno laboral planificado por sectores de la economía y aumentar el número de camas hospitalarias para ampliar la capacidad de respuesta a los pacientes con COVID-19. Todas estas medidas ayudarían a reducir las pérdidas económicas y permiten determinar el momento de retomar la cuarentena.
Las cuarentenas intermitentes plantean el inicio y la duración del aislamiento, el tiempo de regreso a las actividades, los momentos de inicio de la cuarentena siguiente y del regreso, por espacios de tiempo que se determinen convenientes en cada momento y en cada lugar.
Cada cuarentena intermitente permite descongestionar el sistema de salud –desocupando camas– y el transporte público y prepararse para una nueva tanda de contagios.
El profesor Espinosa indica que ese ciclo no será igual para todo el país, porque cada región tiene sus particularidades. Por ejemplo la capacidad hospitalaria y la disponibilidad de camas es diferente en cada región, lo que hace que los ciclos de cuarentena puedan ser distintos para cada ciudad, y que a mayor capacidad hospitalaria pueda manejar mejor sus ciclos, tener ciclos más largos de actividad y no tendrá que repetirlos.
El ingeniero explica: “si se aumenta la capacidad hospitalaria se pueden lograr periodos mucho más prolongados de actividad, que es el objetivo. Al aumentar el número de camas, inmediatamente se empiezan a reducir los tiempos de la epidemia y el tiempo en que tiene que ir entrando la gente en cada labor, lo cual ayudaría a reducir mucho las pérdidas económicas y a reactivar las actividades. Por ello, desde el punto de vista económico, es fundamental aumentar la capacidad hospitalaria”.
Ahí es cuando se plantea la solución alternativa de hacer un retorno gradual a las actividades, que permite avisar a cada sector de la economía en qué fecha puede reanudarlas. “La economía no aguanta un paro súbito, perdemos mucho desde el punto de vista de salud pública y económico. La ventaja del retorno gradual es que ayuda a planificar mejor”, afirma el profesor Espinosa.
Por ejemplo: se puede programar un retorno laboral planificado en el sector de la construcción que es de los que mueve más empleo en el país, que abra turnos de trabajo a las 6, a las 7, a las 8 y a las 9 de la mañana, para que no entren todos los trabajadores a la misma hora al transporte público, se reduzcan riesgos y se reinicie la producción.
Se pueden ir integrando distintas actividades gradualmente, para que a medida que la epidemia progresa tenga menos personas que infectar y el incremento de los casos disminuya hasta ser soportable.
“Es necesario lograr que el contagio sea gradual para controlar la epidemia, porque así las personas podrán ser atendidas por el sistema de salud y tratarse la enfermedad como una gripa, sin que se compliquen las personas más susceptibles como adultos mayores y enfermos crónicos” explica el profesor Espinosa.
La clave es ir apretando y soltando el tiempo de aislamiento y el nivel de contacto gradualmente, actividad por actividad, seleccionando renglones de la economía y grupos de población