Marvin Andrés Romero, un joven líder comunitario que dedicó su vida a alejar a los adolescentes y muchachos de su barrio, La Esperanza, en Puerto Tejada, de la violencia de las pandillas, fue asesinado el pasado 4 de octubre. Su vida fue arrebatada por una bala perdida durante una balacera entre las mismas pandillas que él buscaba transformar con su trabajo social.

El asesinato de Romero ocurrió en medio de una fiesta en el sector. Este trágico evento subraya la peligrosa realidad que enfrenta el norte del Cauca, una zona donde la Defensoría del Pueblo ya había emitido serias advertencias.

Advertencias ignoradas

La Defensoría del Pueblo había alertado previamente sobre los riesgos de seguridad en esta zona. En las Alertas Tempranas 018 de 2022 y 019 de 2023, se señalaba que el control armado, las amenazas, y las normas impuestas por grupos armados ilegales ponían en peligro a quienes defienden los derechos humanos.

La región del norte del Cauca es un territorio disputado, donde operan frentes como el Dagoberto Ramos y el Jaime Martínez del autodenominado Estado Mayor Central, además de diversas bandas locales que mantienen a las comunidades bajo el miedo y el control.

La escalada de violencia contra líderes

Con la muerte de Marvin Andrés Romero, la cifra de líderes y lideresas sociales asesinados en 2025 se eleva a 153 a nivel nacional. En el departamento del Cauca, Romero es el líder número 35 que pierde la vida este año.

Cada asesinato de un líder comunitario se siente como un golpe directo a la esperanza y al tejido social de la región. El Cauca, nuevamente, se encuentra de luto por la pérdida de uno de sus defensores y constructores de paz.